Y todo su rostro era miel para mi boca,
y todo su cuerpo, pasto de mis ojos;
los largos brazos ligeros y las manos más
cálidas que el fuego,
su costado tembloroso, el cabello con aroma
de sur,
los pies ágiles y claros, los espléndidos
muslos flexibles
y los brillantes párparados del deseo mi
alma.
Algernon Charles Swinburne
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