martes, 21 de diciembre de 2010

Mi boulevard de los sueños rotos

Hasta ahorita nada va bien conmigo. El dolor en el cuerpo quema más que el frío de este invierno. No soy Atlas, pero de un momento a otro, cargo al mundo sobre mi espalda. Mi dermatitis se ha expandido por todo mi torso, tengo llagas por todos mis brazos, mi pecho, mi estomago, mi espalda, mi cuello. Son el reflejo de las cicatrices que llevo en el alma. Cada punto rojo es una lágrima que sigo llorando. Pensé que llegaría un punto que me secaría de tanto llorar, sin embargo, lloro a diario, lloro a cada instante y no veo hasta cuándo me volveré una piedra sal. Esta muerte lenta se hace inmortal. Me duele tanto. Quisiera que el tiempo se detuviera, quisiera morir ya. No estoy bien. Esta soledad tan sola me ha quitado el hambre, me ha quitado las ganas de reír, de vivir. ¿Por qué duele tanto? ¿Qué hice para merecer este castigo? ¿Por qué mi corazón no se detiene? Sigo despertando con lágrimas en los ojos, sigo extrañándolo, sigo amándolo más que ayer y no puedo sacarlo de mi mente. Quisiera correr hacia sus brazos, colgarme de su cuello como una niña chiquita. Quisiera regresar el tiempo. Quisiera amanecer, de nuevo, a su lado. Quisiera que sus besos me despertaran y que me regañara por destruir su cuarto. Quisiera despertar y darme cuenta que todo esto ha sido un mal sueño.

sábado, 18 de diciembre de 2010

I am a dreamer

He llegado a mi casa. He pasado la semana más triste y difícil de mi vida. No puedo con el dolor. Lo extraño tanto. Mi corazón está partido en mil pedazos. Quisiera correr a sus brazos y decirle que lo amo, que él no es una mala persona, que él merece ser amado y que yo necesito amarlo. Mi felicidad está a su lado y sé con certeza que no está en otra parte. No pierdo la esperanza, sigo soñando con él, y sigo soñando nuestro sueño. No creo todo lo que dice, no creo que se haya puesto una máscara durante cinco años y hasta ahora me haya mostrado su verdadero rostro. Sus ojos nunca me mintieron, su cuerpo nunca me engañó, sus besos fueron sinceros. Yo lo conozco y sé que no es una mala cosa para ser amada. Esperaré. Seguiré esperando su regreso. No quitaré su fotografía de mi recamara, ni de este espacio, no quitaré el dedo de la llaga porque sé que él es perfecto para mí. Que no necesito a nadie más. Todas las noches le he pedido al lucero que no me aparte de él. Le he pedido a la luna que le cuente de mí, de mis desvelos, de mis suspiros, de mis besos dirigidos a él. Le he suplicado al sol que le diga que lo amo. He despertado con lágrimas en los ojos pensando en él, deseando hablarle y recordarle que yo estaré para él. Ahí, sin más, sólo para él y por él. No me canso de soñar. No me cansaré y seguiré luchando por su amor. Aunque sé que es un necio de lo peor, voy a mantenerme en pie hasta recuperarlo.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Té amargo

Edward Burne-Jones
Mis ojos se han secado de tanto llorar. El frío me ha calado un poco más, más que nunca, me duele en el alma. Me duele en el tuétano, en la punta del pie. Me duele el suspiro que me han robado. Cómo explicar tanto dolor, cinco años de golpe, cinco años encerrados en un cuento que no ha llegado con un final feliz. Mi cuerpo, ya marchito, no puede sostener el poco aliento que me queda. El mundo cayó sobre mi espalda, una espalda con una mariposa a medio volar. Una espalda que soporta la insoportable levedad del ser, del ser sin él, del ser y del existir, del vivir en un lugar fuera del universo, de la necesidad. Una espalda doblada por el dolor. Un dolor frío y amargo como el café que bebiste en un desayuno continental y los mil cigarros y tus años de juventud y tus años y tus amigos, y tus años y diecisiete vidas.
Creí que podría mantenerme en pie, pero ya lo ves, es imposible. Y la imposibilidad, la maldita imposibilidad de correr por ti, de decirte aquí estoy. Estoy sin ti y sin ti me muero. Me muero en una inmortable vida, las consecuencias, como bien dices, han marcado el destino de mis actos. He merecido el dolor en mí, por ti. Creí poder atrapar al viento, pero el error está en creer, y esperar. Esperar una llamada, que tal vez, nunca llegará. Y saberme incapaz de borrar tu número de mi celular y el soní que anunciaba, de tirar miles de cartas con promesas sin cumplir y sueños rotos, de viajes sin hacer, de palabras tiradas al aire, de un paso a Durango y un único baile que supimos bailar. No he podido dejar de llorar, no he podido alejarte de mi mente, no he podido guardar osos, peluches, sueños y más sueños, y tu hora veinticinco. No he depositado los cuatros mil en una cuenta, con la esperanza, tal vez tonta, de darte más para nuestro castillo minimal que quedó a medio morir. No quiero decir adiós, me niego a decir adiós, no puedo decir adiós. ¿Por qué te crees dueños de mis decisiones? ¿Por qué crees saberlo todo? ¿Quién eres tú para decirme a quién amar y a quién no? Resulta que eres tú el dueño de mis desvelos, de mis suspiros que no me dejan respirar. Tú y nada más tú. Tú. Tú y yo, ya nadie más. Y yo decidí darte mi amor, tatué mis besos en tu espalda, y tú tatuaste tu nombre en mi cuerpo. Sin poder respirar sigo llorándote. Clavándote en mi corazón, espina por espina. Quisiera hablarte, pero la furia encerrada en tus cuatro paredes ha estallado, y no quisiera despertar al tigre que llevas en el pecho. Con el teléfono en mano muero en mi propia cruz, sufriendo en la espera de verte llegar. Sin embargo, las almas de metal, una vez sometidas, tienen que descansar. Esperar este maldito ritmo de vida sin ti.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Para mi viajero astral

XavierRey
Hoy es domingo. Un domingo de eso que calan hasta los huesos, que dejan un enjambre de sentimientos y dolor. He llorado como nunca. Me han alejado de lo que más atesoro en esta vida. Me he caído del cielo para estrellarme contra el pavimento. Las Moiras me han cortado los hilos y me han arrojado al Hades. En este domingo él tomó la decisión de apartarme de su vida. No lo puedo negar, la despedida ha sido hermosa, encerrada en un abrazo, que tal vez, duró una hora, para mí sólo un segundo y la esperanza de que fuera eterno. Me hubiera encantado morir ahí, morir entre sus brazos y viajar hacia un mundo nuevo. El argumento ha sido la monotonía, el desear algo mejor para mí, la promesa de no querer lastimarme, pero jamás la falta de amor.


Él no cree que pueda ser amado. Lo que él no sabe es que ya es amado. Lo amo con todo mi ser, con este ser lleno de sueños e ilusiones. Con este ser que no vive sin él. Hoy es un domingo triste, un domingo que me ha dejado con lagañas en los ojos. Hoy es un domingo que anunció el viaje del asceta, de mi viajero astral, de un hombre que desea estar solo porque no puede más. Espero que él sepa que yo estaré ahí al regreso de su viaje, esperándolo para seguir con nuestro camino. Este domingo triste, me ha dejado con un dejo de esperanza, mi sonrisa no se ha ido del todo. Mi corazón sigue latiendo y latirá por él y para él. Espero que su viaje le muestre el camino y lo traiga de regreso a nuestra casa, que ha quedado a medias, una construcción que anuncia algo latente. Algo que no ha muerto pero que necesita un respiro. Algo que necesita descansar por un rato, limpiarse por dentro.


Por el momento hay que dormir, esperar, descansar, dar tiempo al tiempo, respirar, dejar respirar para no morir ahogados. Espero que él sepa que yo estaré ahí con él para siempre. La sortija volverá a mí mano junto con sus caricias y sus labios. Porque en este domingo amanecí a su lado y me esperan más domingos para amanecer entre sus brazos. Te amo mi hombre kafkiano.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Kill Bill

La verdad es que nunca he escrito una crítica de cine, siento que es casi imposible describir con objetividad una historia que pude gustar o no gustar, parecer divertida o aburrida, interesante o rarísima, bellísima o asquerosa. Un ejemplo es la película Machete de Robert Rodriguez, que para mí ha sido un gran descubrimiento, una película muy buena, que me ha hecho reír a carcajadas, sin embargo, he oído comentarios nada afortunados sobre ésta.
Sólo porque mi amiga Roxana lo pidió y porque quiero que ella se quite la venda de los ojos y deje de decir que son películas raras, he aquí mi primera “crítica de cine”:

Para hacerlo más fácil, empecemos con Kill Bill de Quentin Tarantino y protagonizada por Uma Thurman (he puesto el soundtrack, que como la película es excelente y absolutamente recomendable, para inspirarme un poco). Kill Bill es una película no lineal, dividida en dos volúmenes con cinco capítulos cada uno. Esto puede sonar aburrido, pero es un gran método que han utilizado varios cineastas para contar la historia y mantener a la audiencia expectante. La historia narra la venganza de Beatrix Kiddo -la “novia”-, contra Bill (David Carradine) y contra los Deadly Viper Assassination Squad o DIVAS, grupo de asesinos formado por Bill, quienes matan con violencia a todos los invitados de una boda durante un ensayo en la capilla de una pequeña localidad del Paso, Texas. La novia, tendida en el suelo y bañada en sangre, intenta decirle a Bill que está embarazada y que él es el padre, pero éste le dispara en la cabeza dejándola en coma durante cuatro años. Cuando la novia despierta del coma, despierta con sed de venganza y se propone matar a cada uno de los DIVAS: Vernita Green (Vivica A. Fox), O-Ren Ishii (Lucy Lu), Elle Driver (Daryl Hannah), Budd (Michael Mdsen) y, sobretodo, Bill. De manera que, la historia nos muestra peleas cuerpo a cuerpo y escenas de especial violencia caricaturizada.

La influencia del cine asiático en Kill Bill va más allá de su trama y su estilo visual: Quantin Tarantino nos muestra una historia llena de acción y adrenalina, con escenarios insólitos y, a la vez, bellísimos, con una reflexión sobre vida y muerte, amor y odio. Su epopeya y trágica odisea de venganza se nutre de arquetipos, sintonías e historias ya contadas y vistas en multitud de ocasiones como el western y el comic oriental, sin embargo Tarantino las presenta con genialidad y una brutal experiencia, haciendo de Kill Bill, quizá, la mejor película de Tarantino.

Me quedo con una sola frase que resuelve el film: “La venganza es un platillo que se sirve frío”.

Adiós a la escuela

Rafael
Ayer fue mi último día de clases de la maestría. La verdad me puse un poco sentimental, tal vez un poco más de lo que yo esperaba. Cuando dejé la prepa, fue triste, pero también fue liberador. Liberador porque estudié en la misma escuela desde el kínder hasta el último año de la preparatoria. No me puedo quejar, los mejores años de mi vida los pase en ese lugar de madrecitas, ahí conocí a mis mejores amigas. Cuando entre a la universidad por primera vez, fue muy emocionante, me excitaba la idea de conocer gente nueva. Sin embargo, convivir con la gente del Opus Dei se volvió algo cansado. Cuatro años viaje hacia Mixcoac, terminé la licenciatura en filosofía, de la cual no aprendí mucho, con una generación de doce personas, de las cuales me lleve un mal sabor de boca lleno de chismes y envidias. Lo único bueno que me dejó la UP fue a mi novio.
Ahora, después de un año de diplomado y dos de maestría, he terminado el posgrado en Santa Fe y no puedo evitar estar nostálgica. Voy a extrañar a mis maestros queridos, incluso extrañaré a Barrios, los días de angustia en los coloquios, el estrés en cada curaduría, a mis amigos y las increíbles pachangas que armábamos después de clases, los ladrillos rojos, los laberintos en la hermosa biblioteca Xavier Clavijero, los té chai del café sociaty, el cubo, el trébol, la cafetería de los pobres, a la secretaria, las risas en cada clase, las comiditas con artistas, los autorretratos de Mónica, el vinito en plena clase, el Big Yellow, a Pancho y las mariposas, a los fresas, a los freak, a la explanada, el tráfico en el estacionamiento y un montón de cosas más. Decir adiós a la Ibero me deja con un dejo de tristeza. Pero como este año me ha enseñado que B no sucede sin A, pronto estaré de regreso en mi querida Ibero.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Dulce bebida


Sin saber lo qué iba a pasar, te tomé por el torso y te besé. Tiré la moneda. Aposté por un camino. El aroma de tu suave caminar tremó mi cuerpo. La dulce melodía de tu voz confundió mi sigiloso andar. Entre velas y velos blancos, la danza prohibida abrió la puerta a un beso líquido. Llegaste con el viento. Siete sellos y siete pecados. Dulce tormento, azúcar en la sal, labios que rezan versos. Tiré la moneda, lancé una duda y terminé entre tus dedos. Cerré los ojos, las flores volaron, sin saber lo qué iba a pasar, te empecé a torturar. Suave delirio, tormento silencioso, mi lengua entre la tuya. Mi lengua en tu piel. Un viaje lejano y tu cabello enredado en mis manos. Las mariposas en el tiempo y un verso prometido desnudaron mi deseo. Por un instante fuimos fantasmas de la noche, cenizas de un fuego jamás encendido, fugitivos entre la gente, dos granos de arena ocultos en el mar. Las plumas volaron y las tintas chorrearon sangre y besos de un duelo sin despedida. Un beso en la mejilla, un adiós y la cara al aire. La moneda giro de bruces contra la máscara que oculta mi verdadero rostro. Un beso perdido, luna sin sol. Sueño prohibido, mi dulce bebida recuerda mis labios que ya no tocaran tus besos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Iordache-Levay/ Swinburne

Madalina Iordache-Levay

Y todo su rostro era miel para mi boca,
y todo su cuerpo, pasto de mis ojos;
los largos brazos ligeros y las manos más
cálidas que el fuego,
su costado tembloroso, el cabello con aroma
de sur,
los pies ágiles y claros, los espléndidos
muslos flexibles
y los brillantes párparados del deseo mi
alma.

Algernon Charles Swinburne

SITAC IX