
Después de descubrir algunos fragmentos del diario de Anaïs Nin, sus relatos eróticos, así como la narración del triangulo amoroso entre ella, Henry Miller y su esposa June, me di cuenta que las mujeres nunca se han permitido admitir sus fantasías sexuales. Se les ha alentado a pensar en sí mismas como en fantasías masculinas. Por lo que me he propuesto a narrar cada martes una luz erótica o a trascribir algún pasaje que respondan a mis sentimientos femeninos (femeninos y no feministas) en donde no hay dominación ni masculina ni femenina, sino sobre cómo una mano acaricia un cuerpo y somos trasportados a otro mundo. En donde la pasión sexual no se puede controlar, nos domina. No acepta las consecuencias, y por eso a menudo resulta tan trágica y es la esencia de la que hace buena poesía.
He aquí la primera luz erótica:
…muy lejos de Camelot, en su propio Jardín del Edén en Nottinghamshire, Lady Chatterley y Mellors tienen su primer encuentro con la pasión, o al menos él. Más adelante ella se admite a sí misma que no había sido consciente de mucho
…El hombre yacía en una misteriosa quietud. ¿Qué estaría sintiendo? ¿Qué estaría pensando? Ella no lo sabía. Era un extraño para ella, no le conocía. Sólo tenía que esperar, porque no se atrevía a romper su misterioso silencio. Estaba escuchando allí, con sus brazos en torno a ella, su cuerpo sobre el de ella; su cuerpo húmedo tocando el suyo, tan cercano. Y completamente desconocido. Paciente sin embargo. Su misma inmovilidad era tranquilizante…
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