martes, 5 de octubre de 2010

Mi amiga la hindú

Shirin Neshat

Tengo una amiga hindú a la cual quiero mucho. La conocí gracias a Roxy, y ahora nos vemos todos los miércoles. A pesar de tener 26 años, tiene que regresar temprano a casa, si no su papá la regaña. Es extraño tener una amiga hindú, hay que hablar despacio o en spanglish para que ella entienda nuestra conversación de viejas cotorras. Además si salimos acompañadas de hombrecitos, ya sean novios o amigos, su papá no se puede enterar o tiene que ir su hermano, no vaya a ser la de malas que conozca a un tipo, se enamore de él y deje de lado toda su cultura-religión. R. tiene que comprometerse con un hindú de su misma clase social o casta (la verdad no sé a qué casta pertenezca ella, mañana mismo le pregunto, sólo sé que tiene que ser un hombre cuyo apellido termine igual al de ella) a pesar de que esté enamorada de alguien que no sea de su casta o que no sea hindú. Ella está convencida de que todo tiene que salir tal y como su cultura dice, piensa irse a la India para que, por lo menos, ella escoja al amor de su vida y sus padres no arreglen un matrimonio con un sujeto desconocido.
Es extraño tener una amiga hindú, pero a la vez es muy divertido. Es como una pequeña adolecente que quiere salir a todos los antros de la ciudad, bailar y divertirse como loca, mientras nosotras queremos ir a un bar, cenar y beber tranquilas. Le aburre fumar hookah, cosa que a nosotras nos llama la atención y quisiéramos prender una cada vez que la vemos. Para visitarla tenemos que hacer todo un ritual, no podemos llevar bebidas alcohólicas (por eso casi no la visitamos), no podemos fumar cigarros (yo no fumo, pero las demás sí), y no podemos hablar muy fuerte, no por el ruido que provoquemos, sino por los temas “sexxxosos” que solemos contar. Sin embargo, nos reciben con los brazos abiertos y nos ofrecen una bebida refrescante a base de yogurt, suena asqueroso, pero es deliciosa. Por un momento, uno puede pensar que R. es la persona más cerrada del mundo, pero no, es una niña con la mente muy abierta y no se asusta de nada. La muy canija ha tenido más hombres en su cama que yo, y sabe más de sexo que todas nostras-viejas-cotorras y una que otra vieja-loba-del-mar (no por nada tiene como “Biblia” el Kama Sutra). No sé qué haría si leyera esto, tal vez me colgaría y me diría: “Hilda, por favor, que no lo lea mi padre”.
Puedo seguir y seguir contando las múltiples aventuras que he vivido con R., pero por el momento le voy a parar ahí. Sólo puedo decir que es una niña muy dulce, una gran amiga, y una excelente confidente y consejera en eso del Kama Sutra. Espero que un día conozca a un Dr. Mohinder Suresh, si ella no lo quiere que me lo preste un ratito a mí, y si lo quiere que sea muy feliz y me invite a su boda para pintarme unos tatuajes con henna.

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