
El acontecimiento de ayer fue EL ACONTECIMIENTO. No puedo creer lo bien que la pasé con este artista de nombre de telenovela de apellido extraño. No sé si fue el mezcal en mi boca y en mi espalda, la plática, sus ojos miel, la cena, su pequeño hogar, su obra o nuestra escena romántica con velas en su estudio que me hizo volar al tercer cielo y tener la tête dans les nuages. La verdad es que este hombre me traía loca desde hace varios meses, y fue hace un par de semanas que empezamos a salir juntos. Terminando nuestras clases filosófico-artísticas de los miércoles nos íbamos a comer, a tomar café y paseabamos en los frescos jardines de mi amada construcción de ladrillos en Santa Fe. Pero no fue, sino hasta ayer que nuestra cita corrió diferente. Fue una velada maravillosa con vino, quesos, mezcal, música, una plática excelente, caricias, besos en la boca y en todo el cuerpo y, sobretodo, sin miradas a nuestro alrededor; éramos, únicamente, él y yo, enredados en las sábanas bajo la luz de la luna. Él con su alta figura y su cuerpo moldeado, sus ojos profundos, su cabello marrón, largo y chino, su piel áspera, su risa estrepitosa, sus manos firmes, su nariz afilada y su personalidad leonina fue robándome cada uno de mis suspiros. Yo con mis nervios y la mariposa que vuela en mi espalda haciéndome travesuras por todo el cuerpo fui, poco a poco, conociéndolo más adentro, enamorándome de él. Me ha propuesto un sueño y he prometido no visitar a los fantasmas del pasado. He bajado la guardia y me encuentro atrapada en los labios de este amante del Jazz y de Cocorosie. He tirado el ancla y he decido estacionarme en su estrella solar. Deseo fundirme en sus brazos y mezclarme en su boca. Mientras tanto, lleva un grabado de mi nombre en su pecho y yo escondo sus pinturas bajo mi piel.
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