domingo, 13 de febrero de 2011

Confusión

Nicoletta Ceccoli
El miércoles pasado fui a mi construcción preferida en Santa Fe, esa que está llena de ladrillos y cuyo centro es un Cubo a lado de Xavier Clavijero. Entrando al departamento de arte me encontré con Minerva y con Diana, las diosas odiadas por unos amadas por otros. Me hicieron un interrogatorio, con una taza de té zarzamora, lleno de risas y comentarios reveladores.

Diana: ¿por qué tan feliz?, ¿qué, ya te nos casas?
Con sonrisa ingenua. Siempre pérdida en sus documentos y archivos.

Minerva: ¡Jajaja! Diana, ¿qué no sabes?
Carcajada, siempre burlona, pero siempre contagiosa por su gran ingenio.

Diana: ¿Saber qué? Hilda, ¿ya te di la carta de votos?
Concentrada en su archivero.


Yo: No, no me las has dado… ya no tengo novio.
Se oye tan bien.

Diana: ¡¿Qué?! ¿Desde cuándo?
Cara sorprendida.


Yo: Después del examen de Minerva.
El tiempo corre rápido.


Diana: Pero ¿qué pasó?
Deja su archivero.

A grandes rasgos le cuento la historia.

Minerva: ¿No la ves más feliz?
Siempre persuasiva.

Diana: ¡Sí, claro! Por eso pensé que se iba casar o algo así.
Vuelve a concentrarse en su archivero.
… pero la verdad qué bueno, no me gustaba para ti.

Minerva: Ni a mí.
Cara de desapruebo.

Yo: Todo mundo me ha dicho lo mismo.
¿Qué extraño? En verdad todo mundo me ha dicho lo mismo.
… pero estoy tan feliz. E incluso tengo la fuerte necesidad de hablarle y agradecerle el haberme dejado en libertad. Después de tanto tiempo me siento feliz.
No quiere decir que con él no lo haya sido, sin embargo me siento ridículamente feliz.

Minerva: Pero hoy te ves muy feliz.
Carcajada de complicidad. Ella intuye algo.

Yo: Pues sí, hoy estoy feliz y demasiado confundida
La confusión me sienta muy bien.

Diana: ¿Por qué? cuéntanos.
Deja de nuevo el archivero.

Yo: Estoy feliz porque me reencontré con un amigo demasiado encantador.
¡Carajo! Siempre me gustó, pero nunca se lo dije.

Minerva: Y, ¿el del acento distinto al tuyo?
Sorprendida.

Yo: He ahí la confusión.
Acento encantador vs. Vos sexy.

Diana: Pero ¿cómo? ¿Has estado saliendo con varios chicos?
Cara sorprendida.

Minerva: Sí, ¿qué no la ves?
De nuevo carcajada de complicidad.

Yo: Sí, con varios. Pero estos dos chicos me traen de cabeza.
¡Carajo! ¡Qué bien y qué mal se siente la confusión!

Diana: Y entonces ¿cuál es la confusión?
Distraída.

Yo: No sé quién me gusta más.
¡Carajo! Ambos son deliciosamente irresistibles:
B o J.
Ojos verdes-mil coquetos u ojos castaño inquisidores.
Vos sexy o acento encantador distinto al mío.
Rubio o brunet.
Antiguo amigo o nuevo amigo.
Periodista o ingeniero.
Atrevidamente seductor o tímidamente fascinante.


Llega Karen y nos interrumpe. Han pasado los días y el paladar degusta un toque de alegría que no había probado desde hace mucho tiempo. La confusión se siente muy bien (me sienta muy bien). Sospecho quién será el ladrón de mi corazón, tengo el presentimiento que sufriré porque él se irá a Dinamarca.

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