lunes, 24 de enero de 2011

Color arcoíris


De pequeña mi mayor temor era descubrir que el arcoíris era sólo una ilusión óptica y que sólo se repetía en determinadas ocasiones. Me asustaba la idea de ver llover con sol para encontrar el color del arcoíris. Era una clase de incertidumbre, una contradicción: lluvia y sol. Ahora me resulta distinto. Anhelo los días con lluvia y sol. He despertado con nuevas intenciones, con nuevos sabores y colores. Colores arcoíris. Me gusta la idea de ser otra o ¿acaso siempre he sido otra y nunca lo quise ver? Me gusta como soy hoy, me gusta la idea de ser arcoíris y descubrir en mí diferentes colores, uno para cada momento, uno para cada quien. Me gusta el olor arcoíris que se refleja en un sonido afrutado. Me han sacado una sonrisa distinta a la mía. Una sonrisa arcoíris que me ha hecho borrar todos mis temores, me han invitado a tocar el tibio del asfalto, lo húmedo de un suelo mojado. Me han sacado una carcajada con pagafanta –termino recién descubierto- y han querido que viaje en bicicleta por Amsterdam. Me enseñaron a despertar a lado de un labrador y a olvidar un siamés. Retomo mis clases de francés y el arcoíris se encuentra entre un Satélite, mi Santa Fe, Bucarelli y un Ocho entre amigos, entre Guadalajara y Sinaloa, una hookah y un acento del norte que me hace temblar enfrente del monitor.
Hoy soy color arcoíris y me sienta muy bien.

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