domingo, 25 de julio de 2010

Sellado con un beso de luz

Francesco Hayez, El beso, 1859

Tal vez sea masoquista y me guste quemarme una y otra vez. Hoy volvía a leer lo que ella decía. Me ha dado mucha risa. Escribió algo a las 12:00 am. Hablaba sobre una película que vio sentada en un asiento duro. Reflexionaba sobre lo peligroso que es la realidad y la fantasía, del delgado hilo que separa los sueños y la vigilia. Y de lo que ella siente por él. Y mientras leía yo reía y era feliz. Porque mientras ella se encontraba sentada en un asiento duro, yo me hundí en los brazos de la realidad, mi realidad. Bailamos, nos besamos, nos juramos amor, reímos, hicimos el amor, bebimos, nos bebimos el uno al otro, nos devoramos con la mirada, nos devoramos a besos, cantamos, nos acariciamos, nos juramos amor, vibramos, compramos un gato, amanecí entre sus brazos, me despertaron sus besos, y yo fui feliz. Y sé que ella lo quiere, y tal vez él a ella, pero yo lo amo y yo sé que él a mí me ama. Lo sé porque lo veo en sus ojos ébano. Lo sé porque me lo cantó al oído. Nos amamos. Ella será ficción o realidad, pero yo soy REALIDAD. Soy canto, y baile, risa y vida, y soy belleza, soy bella. Soy la bella del señor, y no soy quimera, yo soy su mujer.

2 comentarios:

  1. Exacto, era su mujer. Y ahora soy feliz porque soy de alguien más que me hace reír y bailar a media noche, me roba mil suspiros y me toma de la cintura, me lleva a universos nuevos y me despierta con dulces letras. Me hace sentir nueva, me hace sentir, simplemente, feliz.

    ResponderEliminar