sábado, 31 de diciembre de 2011

A vísperas de año nuevo


A pocas horas de dejar el 2011 y prepararme para decir “prueba superada”, me ha dado la gana reflexionar sobre el año que va y disponerme acomodar turcas para el próximo. Si bien, no ha sido un año fácil, me llevo un buen sabor de boca. Ciertamente, empecé el 2011 con el corazón hecho confeti, para bien o para mal, esa situación me hizo descubrir una Hilda diferente, una Hilda más fuerte, más alegre, más llena de vida. Empecé a encontrarme con destello arcoíris que no conocía de mí. Luces que me llevaron a conocer gente nueva, ilusiones y esperanzas nuevas. Redescubrí amistades que tenía olvidadas, retomé lazos familiares que había archivado en un cajón y bebí té bajo la lluvia con toques de besos melocotón. Me enamoré un millón de veces, anhele abrazos de fantasmas y de artistas, escuché palabras con acentos distintos al mío, desee besar un millón de veces a ese chico que se fue para Estados Unidos. Bebí demasiado, baile un poco más, reí a carcajadas, trabajé en un Castillo de ensueño, viaje un poco más al sur y di mis vueltas al norte. Lloré con el alma desnuda mientras mi artista hacía un retrato de mi sonrisa. Viví días en un hospital. Sané heridas, se abrieron otras. Conocí el arrepentimiento de mi padre, discutí con él, lloré con él. Compré diarios, zapatos y una que otra tontería. Me volví más cursi, anhelando amar todo, amar la vida, amar cada pedazo de aire que respiro. Comprendí la enfermedad de mi madre, me enojé mil veces, culpé al hijo de un dios por ello. Dejé que mis pies descalzos tocarán el asfalto tibio y enrede mis dedos en el cabello de algún pasajero en mi destino. A pesar de todo, sé que el próximo año estará lleno de obstáculos, dolores de cabeza, tés amargos que hacen que la vida se disfrute y se vuelva bella. Vendrán tés frambuesas y colores armonía, besos tutti frutti y melodías de color. Tendré un nuevo trabajo con amistades nuevas. Vendrá un romance más y lecturas que hacer. Me compraré un vestido nuevo y prepararé un viaje al otro lado del mundo. Sólo me queda decir

¡PRUEBA SUPERADA!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Invierno


El invierno, siempre, me ha calado hasta los huesos; es el cierre de mi estación favorita y el inicio de una estación que trae bríos nuevos. Sin embargo, cada invierno me recuerda que, tal vez, en mi vida pasada fui una hija de la chingada y no logré juntar los suficientes puntos karmáticos para pasarla del todo bien en esta vida.

Hace cinco años, en invierno, murió una de mis mejores amigas. Fue una de las peores noticias que me dieron en estas fechas de gélido clima. El año pasado me dieron un par de golpes espirituales y ganchos al hígado bien colocados a punto de knock out, acompañados de la traición de K. Para este año las cosas no andan del todo bien. Mi vida en el Castillo concluyó y las ganas de seguir curando exposiciones se ven frustradas por el cierre de año. La vida de mi madre poco a poco se nos va de las manos. Y por si fuera poco, cupido sigue jugando conmigo. No lo niego, ha sido un buen año, pero el invierno no ha sido mensajero de buenas nuevas. No hay señales de ofertas de trabajo, ni de un buen estado de salud para mi madre, e incluso, salgo con alguien, pero ese alguien no me llena del todo, lo cual no me hace feliz.

Si la lluvia me hace llorar, el invierno me hace escaldar mi piel hasta allagarla de dolor. Sin embargo, deseo que el próximo año empiece con un poco de melodías vainilla y tés de colores melocotón. Anhelo escaparme de casa y encontrarme con un par de amigos al sur del país, tal vez, viajemos al sur del conteniente y nademos hasta la Costa Azul.