sábado, 26 de noviembre de 2011

Sin remitente


He leído la correspondencia entre Anaïs Nin y Henry Miller y me ha surgido la necesidad de escribirte un par de líneas. Líneas un tanto cursis, un tanto melosas. Líneas llenas de arte y sin poesía, con reclamos y fantasías. Sin embargo, no he tenido el valor para hablar con Mercurio. El miedo de ocupar un espacio en tu correspondencia electrónica, me ha impedido dejar un mensaje en tu bandeja de entrada. Me hubiera gustado tocar a tu puerta y entregarte una impresión escrita con besos de frutos rojos.

Por el momento, te cuento que mis días no han sido fáciles. Hay una crisis existencial en mi camino. Al parecer mi destino está marcado en fragmentos que colapsan en la misma fecha del calendario. Hace un año, después de soñar una vida paralela junto a una persona amada, en un fin de semana, mi universo giro. El golpe vino con una traición al corazón. Hoy, en la misma fecha de noviembre, otra persona amada se escapa, poco a poco, de mis manos. Mi madre. Ella, hospitalizada con un cáncer que llega hasta el cerebro y debilita su corazón, ha intentado luchar entre conductos que miden su respiración. Por si fuera poco, mi vida en el castillo terminará.

Mi relación con cupido no ha sido nada buena. Unos días me regala gotas de endorfina y pastillas de miel, y otros días me envenena con sustancias tóxicas en frascos de desilusión y fatiga espiritual. He tenido que tragarme mi vulgaridad de vida cotidiana y manejar el estrés con toques de melancolía. Me cuesta trabajo decirlo pero desde que te fuiste mi mundo colapso. Es demasiado femenino de mi parte el quererte ver todos los días, pero no lo puedo evitar. Te extraño. ¿Volveré a verte? El invierno está en puerta y con él un par de lágrimas secas.

Espero una respuesta que nunca llegará.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Adiós a mi Castillo

Empieza la cuenta regresiva. Tengo que mandar currículos a todas las instituciones de la ciudad relacionadas con el mundo del arte, porque, en menos de dos meses, dejo mi amado Castillo. Sí, efectivamente, dejo mi Castillo porque el INAH no tiene presupuesto para financiar mis proyectos. Eso me hace pensar que el INBA no tendrá presupuesto para pagar una plaza a principio de este año, y menos con unas elecciones nacionales en puerta. Sólo me queda el anhelo y las esperanzas de trabajar en una institución privada, llámese Slim, Jumex o cualquier galería no perteneciente a CONACULTA.

A pesar de tan malas noticias, mi ánimo no ha decaído, he estado en peores condiciones. Sin embargo, mis necesidades de independizarme del nicho paterno (llámese vivir en casa de mis papás) se ven cada vez más frustradas. Mis futuros-casi roomies han quedado desilusionados después de tan malas noticias. Para colmo de mis males, los gastos decembrinos me tienen preocupada: las bodas en puerta, los regalos navideños, las deudas de las tarjetas, el pago de mi examen de maestría, y pos, ya me olvido de mi viaje a Cartagena y San Pancho.

Mi único consuelo es que el otoño sigue regalándome polvos mágicos que, a pesar de todo, siempre me ponen de buenas. Tal vez, ya encontré a mi roto ahora que me encuentro muy descocida, aunque he de confesar que esta situación me tiene demasiado asustada y confundida (por lo pronto es un tema que aún no me animo a tratar). Sólo sé que quiero dejarle un beso mandarina a este muchacho que me confunde con su francés y su psicología andante.

Por lo pronto, les dejo este videíto de mi hogar por el día