Creo que sólo me acerco aquí para contar mis tristezas, para
mostrarles mis desesperanzas, mis pesares, mis lágrimas escurridas en el
teclado. Más que nada este espacio se ha vuelto una ventana para contarles lo
que quisiera decirle a alguien más, con la única esperanza de que lo lea y me
deja una respuesta. Anoche, más bien, toda la semana he cargado con millones de
fantasmas, millones de ideas absurdas que no logro entender. Y me ha dolido el
cuerpo, las entrañas, el pesar, el hambre. He querido salir corriendo de este
mundo, he querido gritar a los mil vientos que ya estoy cansada de seguir en
este rumbo que no vislumbra más que una puerta que jamás, por más que intento,
logro abrir. Ayer repté las cuatro paredes de esta habitación que no es mía,
vomité con sangre el dolor, tal vez sean los pedazos de un órgano que cada vez se hace
más pequeño. Ayer pensé tanto, tanto que me pesó el alma sobre el cuerpo. Me he
quebrado, me he vuelto a sentir una mujer a medias, una mujer incompleta.
¿Desde cuándo me quedé tan vacía?, ¿desde cuando fui escupida por el hijo de un
dios?, ¿desde cuándo quise amar tanto que me he lastimado por intentarlo?
Ayer el fracaso tocó a mi puerta. Ayer me di cuenta que
siento un rencor infinito por aquel que me dejó por alguien más. Me siento maldecida
por él; siento que me dejó marcada, y cada vez que lo intento, cada vez que doy
un paso adelante, vuelvo a sentir la cuerda que no me deja caminar. Quisiera
topármelo, charlar con él y decir: “Hey, ¿cómo lo hiciste tú?, ¿cómo lograste
hacer de un día para otro, lo que yo no he podido hacer en años? ¿Cómo lograste
conquistar a alguien más? ¿Cuál es tu secreto? ¿Me podrías decir cómo deshacer este nudo para yo poder seguir mi camino?” Tengo tantas ganas de decirle que me he
enamorado perdidamente de alguien que al pareces yo no soy la fuente de sus
suspiros, que al pareces yo no soy la que le roba los sueños. Quisiera pedirle que me aconseje, de amigo a amigo, y que me diga qué debo hacer para quedarme
con este chico que me quita el aliento cada vez que lo veo. Quisiera decirle
que, por favor, vaya y le diga que puedo ser una excelente compañera, que
durante los cinco años que vivimos juntos él fue feliz a mi lado, que le cuente
mis defectos, y mis virtudes, que le diga que por las noches me gusta dormir
tomada de la mano y que me gusta enredar los dedos en el cabello de quién esté
junto a mí, que tomo el café sin azúcar, y que me gusta que me escriban y que
me lean cuentos, que me encanta hablar de arte y que los gatos me vuelven loca,
que vivo en un universo paralelo lleno de colores y que me va bien el rosa, que
preparo un excelente espagueti y que soy pésima jugando videojuegos, que me da
por llorar cuando está lloviendo, y que me gusta utilizar aretes extraños, que
no sé usar tacones y que las flores son mi delirio, que me gusta reír, en
especial si me hacen cosquillas, que me encanta el cine de arte y que siempre
sueño con los ojos abierto, que los aromas me encantan y que cuando dejo mi autismo de lado, hablo hasta por los codos, que pierdo jugando a las cartas y que me gusta coleccionar peluches. Quisiera que le dijera que, por favor, me haga
feliz por cuestión de justicia. Quisiera que le dijese que no fuera tonto, que no pierda más su tiempo, que aquí estoy yo,
perdidamente enamorada de él, enviciada con sus ojos y con el olor de su cuello. Que
todas las noches sueño con volver a tenerlo en mis brazos, que me imagino un
mundo a su lado, que anhelo ver su sonrisa y que daría todo por volver a tocar
sus labios. Quisiera que le dijera que yo soy tan feliz al verlo, como Alinka
es feliz al ver a Farah.