
A escondidas lo sigo paso a paso. No lo niego, aún me duele e incluso aún lo extraño. Nunca le deseé nada malo. Siempre quise que fuera feliz y estoy segura que durante cinco años, existieron momentos en los que él fue feliz. Momentos llenos de risa, de sueños compartidos, de juegos, de cosquillas en la piel, de mordidas en los hombros, de cariños en el estomago y palabras al oído, de gatos y peluches con galleta y hojuelas.
Cuando lo nuestro terminó, sentí que había perdido la brújula de mi camino. El hambre se me fue junto con cuatro kilos demás y el mundo me aplasto. Manos amigas estuvieron ahí para sacarme del charco enlodado en el que estaba. Mi vida dio un giro inexplicable, nuevo, diferente, demasiado bueno y confuso a la vez. Llegaron amigos nuevos, proyectos, besos y abrazos nuevos, palabras bellas, sueños y bailes nuevos, música, colores, olores, acentos y matices diferentes, problemas y hombros nuevos en quién refugiarme. Tome una brújula de un material afrutado con sabores pimienta y colores pastel. Pasaron los días, fui entendiendo que, tal vez, él no sería feliz a mi lado. Conforme iba siguiéndolo me di cuenta que, efectivamente, él era feliz sin mi, y eso me hacia feliz. No lo niego, a ella la odie con todo mí ser. Hubiera deseado verla frente a frente para suplicarle que me devolviera mi corazón. Tenía tanta rabia contra ella que quería destrozarla por haberme hecho sentir tanto dolor, por haberme quitado lo que más amaba en la vida. Con el paso de los días, me di cuenta que él estaba viviendo en un sueño, y eso me dejaba tranquila. Me llenaba de alegría saber que por algo pasan las cosas y que si él tomó una decisión fue para bien.
No sé si he mal interpretado las cosas, a veces me equivoco, pero hoy siento de nuevo esa rabia contra ella. Pero en esta ocasión es diferente. Me molestó saber, que tal vez, ella lo lastimó. No quiero saber que él sufre, no quiero saberlo triste, no quiero que sus sueños se derrumben. Sigo pensando que ella es una bruja, una bruja que me hizo sufrir y que ahora lo está haciendo sufrir. Por momentos, quisiera hablar con él, decirle que a pesar de todo lo quiero mucho y que si necesita una amiga ahí estaré. Aclaro que, saboreo tanto mi vida nueva lejos de él que no deseo ni tengo la intensión de volver. No voy a buscarlo porque al final del día yo soy feliz.